Hablar de que lo que es el amor de Dios es totalmente limitado ya que solo podemos entenderlo desde nuestra capacidad humana y desde nuestra realidad y esta realidad es muy limitada, ya que lo poco que podemos expresar de lo que es el amor sería solo una pequeñísima parte de lo que es el infinito amor de Dios. Además tenemos en nuestra sociedad un gran obstáculo ya que a menudo se le llama amor a un sentimiento que pasa sin comprometer en nada, que te hace sentir bien, es más se ha devaluado tanto que en nombre suyo se han cometido grandes atropellos y profanaciones sin ni siquiera caer en la cuenta de ello. Los cristianos ponemos el origen del amor en Dios y decimos que es lo principal en nuestras vidas y sin embargo no hemos sido capaces de experimentar ese amor liberador y misericordioso en nuestras vidas.
Al estar preparando una de las sesiones de catequesis en la que hablamos del amor esposal de Dios, leímos un poco al profeta Oseas que descubre el cariño de Dios a través de un suceso personal: la relación con su esposa que se porta mal y él con su amor le devuelve la fidelidad a su corazón, el autor maravillosamente comentaba: “Dios nos ama no porque seamos buenos sino para que seamos buenos”. Ese amor transformador de Dios que invade toda la persona, que es infinita bondad y por ello ve amor y bondad en todas sus criaturas, y ese amor solo puede transformar a su vez en amor. Ya desde el inicio, aún antes de la creación Dios ya desbordaba en amor y soñaba con comunicar ese gran amor a los hombres pero la humanidad no siempre se ha dejado iluminar por ese gran amor prefirió encerrarse e sí mismos y cortar la comunicación. El pueblo entero vivió esta doble experiencia de fidelidad e infidelidad con su Señor, pero Dios no se cerró a sí mismo, continúo hablando a su pueblo, amando a su pueblo. Su amor hecho gesto y palabra se expresó de forma única en el momento culminante de la historia EN SU ENCARNACIÓN. Dios ha hablado en nuestro idioma para hacerse comprensible, ha actuado en nuestro vivir cotidiano para hacerse totalmente cercano, Dios ama al mundo no con un amor cualquiera, sino con un amor apasionado, un amor que le llevó a entregarse a sí mismo en su Hijo quien nos ha hecho conocer su proyecto de amor ofreciendo al mundo la salvación, la vida, la luz.
Lo que dice la voz del cielo durante el bautismo de Jesús es lo que define quien es Él para Dios: el hijo amado en quien está satisfecho. Esta conciencia es lo que da sentido a su existencia y obra. Esa certeza de ser amado por su Padre solo puede conducirlo a amar y ha mantener con su Padre esa relación extraordinaria de cercanía, intimidad y confianza, por ello utilizaba la palabra “Abbá, Padre, para orar, esta palabra que para la mentalidad de la época expresaba una gran falta de respeto pero para Jesús esta palabra expresaba la enorme y profunda experiencia que vivía en relación con su Padre.
Porque siente así a Dios como padre, como el que rompe toda opresión, incluso la opresión religiosa: actuando él de este modo proféticamente, como destructor de toda opresión, es como se atreve a llamarlo Padre, deja de cumplir ciertas normas de la ley, contrarias a ese proceso de liberación humana en el que él ve la presencia bondadosa del Padre. El Dios de Jesús es un Dios-Loco para los representantes del Dios oficial, Jesús sustituye la fidelidad al Dios de la ley por la fidelidad al Dios del encuentro, la liberación y el amor.
Toda la vida de Jesús se apoya en esta nueva experiencia de Dios. El se siente tan amado de Dios, que ama como Dios ama, indistintamente a todos, hasta a los enemigos. El se siente de tal manera aceptado por Dios, que acepta y perdona a todos.
Jesús encarna el amor y el perdón del Padre, siendo él mismo bueno y misericordioso para con todos, particularmente para con los desechados religiosamente y desacreditados socialmente. Así concreta él el amor del Padre dentro de su vida.
Solo Jesús ha hecho posible esta gran revelación, Él nos ha mostrado quien es el Padre, son sus palabras la misma palabra de Dios Padre. Nos enseñó que nosotros también podemos escuchar la voz que el escuchó en el bautismo “Tu eres mi hijo amado”. Estas palabras que dan vida y amor donde quiera que sean escuchadas. Ya que si en el Antiguo Testamento Israel pudo entender que Dios más que amor era poder, ahora Dios mostraría en Jesús que su poder es amor, si se había manifestado en signos de nube, fuego, arca, ahora se revelaba plenamente como el amor encarnado, para que no quedara duda de que su deseo era amar a cada persona en su realidad histórica concreta.
Ahora Jesús predica la esperanza al mundo a partir de su experiencia de Dios como Padre; un padre que abre un futuro de esperanza a la humanidad; un padre que se opone a todo lo que es doloroso para el hombre; un padre que quiere liberar a la historia del dolor humano. Su experiencia de la paternidad divina es una vivencia de Dios como potencia que libera y ama al hombre.
A lo largo del evangelio podemos descubrir al Dios-Amor que Jesús nos ha revelando y desea encontrar respuesta a ese gran amor, en la parábola del Hijo pródigo encontramos esa ternura y amor incondicional y podríamos decir hasta incomprensible del Padre que contra toda lógica humana ama de tal manera que no logramos entender y es que así es el amor incomprensible humanamente hablando. En esta parábola vemos al padre que siendo toda bondad, ternura y compasión abraza a lo que es pecado, rechazo de amor, es aquí donde lo divino esta completamente encarnado, este Padre viendo a su hijo que venía de regreso corre a su encuentro y lo cubre de besos es el Padre que no ve sino con los ojos del corazón es decir con más lo profundo y entrañable de su ser, esas manos que abrazan al recién llegado son las caricias de la mirada interior del Padre, este Padre ve mucho más que un hijo arrepentido, ve y comprende el extravío, el sufrimiento de quienes se han alejado del verdadero amor y que han llorado al verse atrapados por las falsas seguridades y ese corazón de padre arde con un deseo inmenso de volver a ese hijo a la verdadera felicidad. Como Padre, la única autoridad que reclama para sí es la de la compasión, esa compasión que le permite sentir con el resentimiento, celos, lujuria, codicia, celos o venganza de sus hijos y desde ese profundo lugar donde el amor abraza todo el dolor humano y sólo busca restablecer en el verdadero amor, la felicidad del padre porque su hijo ha vuelto a la vida expresa que no solamente le interesa la salud física de sus hijos sino que desea la profundidad y la intensidad en la vida, y este padre de la vida cree en la libertad ya que se es amado en la medida que se es libre para abandonar ese amor y por ello respeta la decisión de su hijo de marcharse y no se enfada con el mayor que no quiere entrar en la alegría de la fiesta sino que les recuerda que Él desea la profundidad y la intensidad de la vida. En esta parábola donde se ve reflejado el amor del padre contamos con una certeza, ni la cerrazón del hijo mayor, ni la traición del más joven, tienen suficiente poder para derrotar la fuerza del amor del padre, es la locura del amor, la lógica humana no puede abarcar ni contener este amor sin medida y este es el mensaje de Jesús, la vida ha vencido a la muerte.
En el hijo mayor de la parábola esta la rectitud, el sentido de la justicia pero también esta la amargura y el resentimiento, por ello es incapaz de participar en la alegría del regreso de su hermano; cuántas veces estamos tan preocupados por agradar a los demás con el cumplimiento de las normas y de las leyes, nos sentimos con la obligación de cumplir con todo y nos convertimos en los mejores, pero es esa misma rectitud lo que nos impide disfrutar del amor, perdón y alegría del Padre, del encuentro transparente y amoroso con los hermanos, este hijo había estado todo el tiempo con su padre obedeciéndole en todo y tristemente no había desfrutado de su amor y ternura estaba tan ocupado en agradarle que estando rodeado del amor, no ha percibido nunca la ternura de su cariño
La rebeldía tan evidente del hijo menor y su lejanía del amor de su Padre en algún momento hicieron el tomara conciencia de lo inmenso y valioso que era disfrutar del calor del hogar, ahí en el hogar donde puede escuchar “Tu eres mi hijo amado”, esa voz del amor que no deja de llamar, que habla desde la eternidad y que da vida y amor en donde es escuchada, esa voz que lo hizo volver ya que él sabía que había perdido todo, hasta su dignidad, pero seguía siendo su hijo.
No es que se tenga que caer hasta la más bajo para descubrir que el amor de Dios nos permite ser felices y sentirnos libres, pero en este caso el hijo menor tomó conciencia de ello más fácilmente ya que también debió sentirse rechazado y acusado por la sociedad y hasta por su mismo hermano y el hijo mayor en cambio como se sentía tan perfecto, no sentía la necesidad de acudir a su padre. Personalmente creo que esta experiencia de saborear la ternura y bondad del padre es lo que nos esta haciendo falta a los cristianos, al igual que a Jesús esta experiencia nos transformaría totalmente en hombres y mujeres no solamente dispuestos a dar todo por los demás sino en personas dichosas y liberadas por sentirnos tan amados por nuestro Padre Dios, que dejarías de estar tan abrumados porque no tenemos…porque no podemos, etc, sino que nos convertíamos en seres libres solamente para amar.
Bibliografía
Etienne Charpentier, para leer el Antiguo Testamento, edit. Verbo Divino
Carlos Bravo, Jesús hombre en conflicto, edit, Crt.
Henri J. M. Houwen, el regreso del hijo pródigo, edit. PPC
Artículo encontrado en Internet, José L. Caravias sj, El Dios de Jesús
Biblia de Jerusalén, Lc 15, 11-32; Mc. 1, 9-11; Os. 1-3
Ma. Angélica Barajas Saucedo
Al estar preparando una de las sesiones de catequesis en la que hablamos del amor esposal de Dios, leímos un poco al profeta Oseas que descubre el cariño de Dios a través de un suceso personal: la relación con su esposa que se porta mal y él con su amor le devuelve la fidelidad a su corazón, el autor maravillosamente comentaba: “Dios nos ama no porque seamos buenos sino para que seamos buenos”. Ese amor transformador de Dios que invade toda la persona, que es infinita bondad y por ello ve amor y bondad en todas sus criaturas, y ese amor solo puede transformar a su vez en amor. Ya desde el inicio, aún antes de la creación Dios ya desbordaba en amor y soñaba con comunicar ese gran amor a los hombres pero la humanidad no siempre se ha dejado iluminar por ese gran amor prefirió encerrarse e sí mismos y cortar la comunicación. El pueblo entero vivió esta doble experiencia de fidelidad e infidelidad con su Señor, pero Dios no se cerró a sí mismo, continúo hablando a su pueblo, amando a su pueblo. Su amor hecho gesto y palabra se expresó de forma única en el momento culminante de la historia EN SU ENCARNACIÓN. Dios ha hablado en nuestro idioma para hacerse comprensible, ha actuado en nuestro vivir cotidiano para hacerse totalmente cercano, Dios ama al mundo no con un amor cualquiera, sino con un amor apasionado, un amor que le llevó a entregarse a sí mismo en su Hijo quien nos ha hecho conocer su proyecto de amor ofreciendo al mundo la salvación, la vida, la luz.
Lo que dice la voz del cielo durante el bautismo de Jesús es lo que define quien es Él para Dios: el hijo amado en quien está satisfecho. Esta conciencia es lo que da sentido a su existencia y obra. Esa certeza de ser amado por su Padre solo puede conducirlo a amar y ha mantener con su Padre esa relación extraordinaria de cercanía, intimidad y confianza, por ello utilizaba la palabra “Abbá, Padre, para orar, esta palabra que para la mentalidad de la época expresaba una gran falta de respeto pero para Jesús esta palabra expresaba la enorme y profunda experiencia que vivía en relación con su Padre.
Porque siente así a Dios como padre, como el que rompe toda opresión, incluso la opresión religiosa: actuando él de este modo proféticamente, como destructor de toda opresión, es como se atreve a llamarlo Padre, deja de cumplir ciertas normas de la ley, contrarias a ese proceso de liberación humana en el que él ve la presencia bondadosa del Padre. El Dios de Jesús es un Dios-Loco para los representantes del Dios oficial, Jesús sustituye la fidelidad al Dios de la ley por la fidelidad al Dios del encuentro, la liberación y el amor.
Toda la vida de Jesús se apoya en esta nueva experiencia de Dios. El se siente tan amado de Dios, que ama como Dios ama, indistintamente a todos, hasta a los enemigos. El se siente de tal manera aceptado por Dios, que acepta y perdona a todos.
Jesús encarna el amor y el perdón del Padre, siendo él mismo bueno y misericordioso para con todos, particularmente para con los desechados religiosamente y desacreditados socialmente. Así concreta él el amor del Padre dentro de su vida.
Solo Jesús ha hecho posible esta gran revelación, Él nos ha mostrado quien es el Padre, son sus palabras la misma palabra de Dios Padre. Nos enseñó que nosotros también podemos escuchar la voz que el escuchó en el bautismo “Tu eres mi hijo amado”. Estas palabras que dan vida y amor donde quiera que sean escuchadas. Ya que si en el Antiguo Testamento Israel pudo entender que Dios más que amor era poder, ahora Dios mostraría en Jesús que su poder es amor, si se había manifestado en signos de nube, fuego, arca, ahora se revelaba plenamente como el amor encarnado, para que no quedara duda de que su deseo era amar a cada persona en su realidad histórica concreta.
Ahora Jesús predica la esperanza al mundo a partir de su experiencia de Dios como Padre; un padre que abre un futuro de esperanza a la humanidad; un padre que se opone a todo lo que es doloroso para el hombre; un padre que quiere liberar a la historia del dolor humano. Su experiencia de la paternidad divina es una vivencia de Dios como potencia que libera y ama al hombre.
A lo largo del evangelio podemos descubrir al Dios-Amor que Jesús nos ha revelando y desea encontrar respuesta a ese gran amor, en la parábola del Hijo pródigo encontramos esa ternura y amor incondicional y podríamos decir hasta incomprensible del Padre que contra toda lógica humana ama de tal manera que no logramos entender y es que así es el amor incomprensible humanamente hablando. En esta parábola vemos al padre que siendo toda bondad, ternura y compasión abraza a lo que es pecado, rechazo de amor, es aquí donde lo divino esta completamente encarnado, este Padre viendo a su hijo que venía de regreso corre a su encuentro y lo cubre de besos es el Padre que no ve sino con los ojos del corazón es decir con más lo profundo y entrañable de su ser, esas manos que abrazan al recién llegado son las caricias de la mirada interior del Padre, este Padre ve mucho más que un hijo arrepentido, ve y comprende el extravío, el sufrimiento de quienes se han alejado del verdadero amor y que han llorado al verse atrapados por las falsas seguridades y ese corazón de padre arde con un deseo inmenso de volver a ese hijo a la verdadera felicidad. Como Padre, la única autoridad que reclama para sí es la de la compasión, esa compasión que le permite sentir con el resentimiento, celos, lujuria, codicia, celos o venganza de sus hijos y desde ese profundo lugar donde el amor abraza todo el dolor humano y sólo busca restablecer en el verdadero amor, la felicidad del padre porque su hijo ha vuelto a la vida expresa que no solamente le interesa la salud física de sus hijos sino que desea la profundidad y la intensidad en la vida, y este padre de la vida cree en la libertad ya que se es amado en la medida que se es libre para abandonar ese amor y por ello respeta la decisión de su hijo de marcharse y no se enfada con el mayor que no quiere entrar en la alegría de la fiesta sino que les recuerda que Él desea la profundidad y la intensidad de la vida. En esta parábola donde se ve reflejado el amor del padre contamos con una certeza, ni la cerrazón del hijo mayor, ni la traición del más joven, tienen suficiente poder para derrotar la fuerza del amor del padre, es la locura del amor, la lógica humana no puede abarcar ni contener este amor sin medida y este es el mensaje de Jesús, la vida ha vencido a la muerte.
En el hijo mayor de la parábola esta la rectitud, el sentido de la justicia pero también esta la amargura y el resentimiento, por ello es incapaz de participar en la alegría del regreso de su hermano; cuántas veces estamos tan preocupados por agradar a los demás con el cumplimiento de las normas y de las leyes, nos sentimos con la obligación de cumplir con todo y nos convertimos en los mejores, pero es esa misma rectitud lo que nos impide disfrutar del amor, perdón y alegría del Padre, del encuentro transparente y amoroso con los hermanos, este hijo había estado todo el tiempo con su padre obedeciéndole en todo y tristemente no había desfrutado de su amor y ternura estaba tan ocupado en agradarle que estando rodeado del amor, no ha percibido nunca la ternura de su cariño
La rebeldía tan evidente del hijo menor y su lejanía del amor de su Padre en algún momento hicieron el tomara conciencia de lo inmenso y valioso que era disfrutar del calor del hogar, ahí en el hogar donde puede escuchar “Tu eres mi hijo amado”, esa voz del amor que no deja de llamar, que habla desde la eternidad y que da vida y amor en donde es escuchada, esa voz que lo hizo volver ya que él sabía que había perdido todo, hasta su dignidad, pero seguía siendo su hijo.
No es que se tenga que caer hasta la más bajo para descubrir que el amor de Dios nos permite ser felices y sentirnos libres, pero en este caso el hijo menor tomó conciencia de ello más fácilmente ya que también debió sentirse rechazado y acusado por la sociedad y hasta por su mismo hermano y el hijo mayor en cambio como se sentía tan perfecto, no sentía la necesidad de acudir a su padre. Personalmente creo que esta experiencia de saborear la ternura y bondad del padre es lo que nos esta haciendo falta a los cristianos, al igual que a Jesús esta experiencia nos transformaría totalmente en hombres y mujeres no solamente dispuestos a dar todo por los demás sino en personas dichosas y liberadas por sentirnos tan amados por nuestro Padre Dios, que dejarías de estar tan abrumados porque no tenemos…porque no podemos, etc, sino que nos convertíamos en seres libres solamente para amar.
Bibliografía
Etienne Charpentier, para leer el Antiguo Testamento, edit. Verbo Divino
Carlos Bravo, Jesús hombre en conflicto, edit, Crt.
Henri J. M. Houwen, el regreso del hijo pródigo, edit. PPC
Artículo encontrado en Internet, José L. Caravias sj, El Dios de Jesús
Biblia de Jerusalén, Lc 15, 11-32; Mc. 1, 9-11; Os. 1-3
Ma. Angélica Barajas Saucedo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario