TIERRAS DE VISIÓN, EN LAS QUE ES INTRODUCIDA JEANNE DE MATEL.
Conforme a lo que vemos en el borrador de la Autobiografía de Jeanne, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 220, nos encontramos que el Verbo Encarnado la instruye acerca de la estructura de todo el ser divino y al enseñarla la ha conducido a esas CINCO TIERRAS DE VISIÓN:
LA DIVINIDAD Y HUMANIDAD DEL VERBO, LA COMUNIÓN DIARIA, LA ESCRITURA Y SU ORDEN, que a continuación sintetizaré:
1. “Te he conducido a la tierra de visión que es la DIVINIDAD que vive en ti, y tú en ella”. (Ibídem pág. 220.)
En su proceso de oración, de contacto con el Verbo, de su vida litúrgica y de piedad, vemos que Jeanne desde niña fue muy receptiva, sensible, amorosa, recogida y con toda la fuerza y candor de su niñez fue siendo dócil a las inspiraciones que el Espíritu Santo iba dándole, y así vemos que desde los 11 años, tuvo ya su primera experiencia mística que la lleva a un amor más profundo y el deseo de elegir a Jesús como su Esposo y consagrarle su virginidad. Y aunque pasa por una época de tibieza, emerge de ella con más fuerza su conversión y amor al que lavó con su Sangre sus faltas, e inclusive un día le dijo: “Mis pensamientos hacia ti, son de paz y de alegría; los tuyos de guerra y de aflicción por unos pecados que yo he sepultado en el mar de mi caridad infinita, la cual no solamente cubrió y abismó, sino que Yo los he destruido de la manera en que pueden serlo. Recibe pues mis gracias con humilde agradecimiento y soporta el que te ame y desborden en ti los torrentes de mi bondad”. (Ibídem. pág. 27)
Con los años, la meditación, la oración, la contemplación, se vuelven cada vez más ricas en el contacto y experiencia amorosa del Verbo, inclusive en la suspensión de potencias en que es su lengua impedida, el alma no sabe a dónde es conducida, y el Verbo tiene en ella sus delicias. El Verbo le prodiga grandes gracias místicas como los arrobamientos, (Dios toma su inteligencia y le infunde fe), los éxtasis (Él toma su voluntad y la fortalece ejercitando su caridad.), las locuciones y visiones que van conduciéndola a un desposorio y más tarde a un Matrimonio Espiritual con Cristo en el que su ser está unido al Suyo por una amorosa transformación y augusta deificación. Recibe el anillo de la fe, el brazalete de la esperanza y el collar de la caridad.
A lo largo de su vida experimenta períodos de desolación, que provienen de purificaciones que el Señor le envía, por situaciones de persecución e incomprensión dentro y fuera del monasterio, así como de períodos de consolación que la van fortaleciendo, iluminando y preparando para la Misión que le tenía preparada.
No cabe duda que, tanto en su Autobiografía como en el resto de sus Escritos, incluyendo sus cartas, Jeanne va dejando entrever bastante de lo que ha penetrado en el Misterio de la Divinidad del Verbo, así como de la Trinidad, de María, etc., aunque reconoce frecuentemente que las palabras son pobres, para expresar las realidades divinas.
2. “Te he comunicado los misterios adorables de mi HUMANIDAD que has contemplado en diversas figuras, en diferentes visiones”. (Ib. pág. 220)
Toda la Autobiografía es un diálogo con su Divino Amor, el Verbo Encarnado. Jesús la va instruyendo en quién es Él, afirma:
La Preexistencia del Verbo, el Alfa y el Omega, (Cfr. Ibíd. pág. 176); “Creo firmemente en ti, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de un verdadero Dios, engendrado y no creado, que nació antes de los siglos, que emanaste de la sustancia de tu divino Padre; que por amor has venido a tomar un cuerpo…” (Ibíd. pág. 165);
Ve al Verbo en la Trinidad, poseyendo todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría del Divino Padre (Cfr. Ibíd. pág. 211);”Se anonadó tomando la forma de siervo al hacerse hombre, sin perder la igualdad de condición que tiene con el divino Padre y el Espíritu Santo.” (Ibíd. pág. 24);Contempla la Visión Hipostática (Cfr. Ibíd. pág. 329);
Ve el amor que supone la Encarnación, “Haciéndote Hombre para habitar con nosotros y para hacernos ver el exceso de amor que tu divino Padre tiene por los hombres, Tú mismo te entregaste para salvarlos. (Cfr. Ibíd. pág. 166);
Ve al Verbo Encarnado en el Seno de María, “La santidad de mi santa Madre es un gran sacramento que contiene las inexpugnables riquezas de mi humanidad en la que habita toda la plenitud de mi divinidad corporalmente. (Cfr. Ibíd. pág. 677);
Ve la Eucaristía como Extensión de la Encarnación, “Este gran Sacramento escondido en Dios que contiene todas tus inagotables riquezas y la plenitud de tu divinidad corporal… que nos dio la más grande señal que el cielo y la tierra hubiesen visto, a saber una extensión de tu amorosa encarnación a la sombra de la virtud del Altísimo, en las entrañas virginales.”(Cfr. Ibíd. pág. 737.)
Le hace ver cómo la Encarnación, en forma mística se realiza también en ella, “Por ti, las naciones extranjeras se acercaran a mi, admirando cómo te he favorecido, al renacer por ti mediante una reproducción y mística extensión de mi Encarnación en esta Orden.” (Cfr. Ibíd. pág. 168); “Regocíjate dándome gracias porque me plugo, desde toda la eternidad, escogerte para producir en la Iglesia una Orden que es la extensión de mi Encarnación. Por tu medio, soy introducido por segunda vez al mundo.”(Vida de la Rev. Madre Juana Chézard de Matel, M. Saint Pierre de Jesús, 1910, pág. 257.)
Y finalmente, ve a la Orden honrando al Verbo Encarnado. “Veo con delicia, las casas de mi Orden, en donde seré adorado en Espíritu y en verdad” (Jeanne Chézard de Matel. Autobiografía. Vol. I . pág. 134.)
3. “Te he dado la COMUNIÓN DIARIA, que es una tierra de visión”. (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol 1, de las Obras Completas, pág. 220)
En los escritos de Jeanne descubrimos el valor tan grande que le dio en su vida a la Eucaristía, leemos frases como “Cuando cumplí doce años se me permitió comulgar lo que fue para mí una dicha muy grande. Por ese año comulgué cada mes, al siguiente lo hice con más frecuencia y cuando tuve carroce años, comulgaba cada ocho días” (Ib. pág. 10) “Alimentándome con el pan celestial… me prometiste darme todos los días un pan supersubstancial como habías dado el maná a tu pueblo en el desierto…” (Ib. pág. 84) tanto que… “Deseaba vivir en un claustro…era para mí una pena insoportable caminar por las calles después de haber recibido la comunión que era mi vida escondida en ti. Vivía para comulgar y comulgaba para vivir… El pensamiento de este Pan de vida era casi perpetuo” (Ib. pág. 85) y llega a reconocer que “Me has alimentado con este maná cotidiano durante 40 años, me has hecho más favores que al pueblo hebreo. Que todas estas comuniones sean para tu gloria y mi salvación.” (Jeanne Chézard de Matel Autobiografía. Tomo III pág. 941) y ya quisiera yo tener las disposiciones que ella tenía en cada una de ellas, el mismo Verbo Encarnado, le dice: Todos los días cuando me recibes, te revisto de mí mismo…” (Ib. pág. 713)
4. “Te enseño por la ESCRITURA, que es un lugar de visión.” (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 220)
El Verbo Encarnado le dijo un día: “Cuando tenías nueve años me dijiste que, si te daba a entender el Evangelio como a Santa Catalina de Sena, me amarías como ella, te he otorgado este favor, mira qué obligada estás de amarme” (T. II Autobiografía Jeanne Chézard de Matel. Pág. 302) Te daré Inteligencia de la Escritura de los misterios sagrados. Yo mismo seré tu Maestro. Elevaré tu entendimiento de una manera divina. L uniré a mis claridades.” (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 35); y no cabe duda que, a través de la Sagrada Escritura, de Su Eucaristía y la fidelidad a todas sus gracias, Jeanne se fortalecía “Se me ha hecho ver, además en diversas formas desde que tú me dijiste que, al guardarme como a tu paraíso de delicias, impediría que todos los amores de las criaturas penetrasen de algún modo en mi espíritu , y que con la espada de tu Palabra, espantarías a todos mis enemigos” (Ib. pág. 144.) Era verdaderamente admirable la forma en que Jeanne cita la Sagrada Escritura en todos sus Escritos y Autobiografía, era ya para ella su criterio, su forma de pensar y hablar, aquello que la motivaba e instruía, era el mismo Jesús, quien se manifestaba en su Palabra divina.
5. “Estableceré por tu medio mi ORDEN, que será una tierra de visión, lo cual ya has experimentando, y seguirás experimentando en el futuro.”(Ib. pág. 220)
“Solicita una bula a Roma para el establecimiento. Jeanne pregunta en oración ¿Qué nombre deseas dar a tu Instituto?... Hija, Cumpliré todas mis promesas… el nombre de mi Orden es VERBO ENCARNADO, deseo que se pida ese nombre, pues comprende con eminencia y por excelencia todo lo que se refiere a mí como VERBO INCREADO Y VERBO ENCARNADO…” (Ibíd. pág. 171); “Me revelaste después maravillas sobre el estado religioso y en particular de tu Orden, predicéndome que para darle más gloria, sufriría grandes contradicciones y desprecios casi universales, provenientes de toda clase de personas. (Ibíd. pág. 130); “…queriendo hacerla madre de una multitud de hijas que brillarían como estrellas en esa Orden amorosa que introduciría nuevamente a su Primogénito en el mundo… mediante este Instituto que sería una extensión de su admirable Encarnación…” (Ibíd. pág.96).
Siempre, al profundizar en los escritos de Jeanne, he descubierto que, como hija suya, tengo un llamado muy especial para imitar en ella muchos aspectos de su vida, de su riquísima Espiritualidad y que, como dice esta última cita mencionada, estoy llamada a brillar como estrella en esta Orden amorosa, para que pueda Él nacer nuevamente a través de mí. Esto me da hasta vergüenza pronunciarlo, porque me detecto tan lejos de ese ideal y sin embargo es un llamado real, renovado, personal, al que quiero corresponder como el Verbo Encarnado me lo está pidiendo, y prometo hacer un esfuerzo, para que así como en Jeanne esas cinco Tierras de Visión, pueda Él irme introduciendo a una mayor experiencia de su Amor a Él y una entrega más auténtica a mis hermanas en la Orden y a la humanidad.
Luz Patricia Ochoa y González.
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