jueves, julio 31

BODAS DE CANA, JUAN 2,1-12



Para orar este texto tuve 1° qué:
a) tener mi alma vacía, abierta, tranquila, sin ansiedad, expectante, ya que el Señor viene a mí en su Palabra, a mi encuentro. Importante: es necesario dejar todas las presencias (ruidos, personas, preocupaciones).
b) Invoqué al Espíritu Santo para que ore en mí.
c) hice una lectura lenta.
d) Escuché a Dios que me habla de persona a persona. Lo escuché con una atención receptiva y serena.
e) Cuestioné mi vida a la luz de su Palabra aplicándola a mi vida “qué me está diciendo Dios”; a qué me compromete esta Palabra?

INTERPRETACIÓN DEL TEXTO:

Vi tres aspectos:

1° No tienen vino
2°¿Qué nos va a ti y a mi?
3° N o ha llegado mi “Hora”

Juan introduce este episodio con el inciso “tres días después”. Al hablar así manifiesta su propósito de querer encuadrar el relato también en la órbita de la alianza sinaítica, con las siguientes correspondencias básicas: en el Sinaí, “tres días después”, Yavéh reveló su gloria dando la ley de la alianza a Moisés, para que el pueblo creyera también en él (Ex. 19, 10-16); en Caná, “tres días después”, Jesús reveló su gloria dando el vino nuevo, símbolo de su Evangelio, que es la ley de la nueva alianza, y los discípulos creyeron en él(Jn 2, 1-11) Con el vino Jesús trae la alegría a una vida cansada.
En el ámbito de estas mutuas analogías entre el Sináí y Caná, tiene igualmente su puesto la sugerencia de María a los criados de las bodas: “Haced lo que él os diga( V.5), que es eco muy cercano de la declaración de fe emitida por Israel en el Sinaí: “Nosotros haremos todo lo que el Señor nos diga” (Ex 19, 8). Aquí hay una identificación entre la comunidad de Israel y la madre Jesús. Se puede comprender cómo Jesús, al dirigirse a su madre, usa el término “mujer” (Jn 2, 4), desacostumbrado en un diálogo entre madre e hijo. Sería esta la visión que hace Juan del tema lucano de María “hija de Sión”. En otras palabras, Jesús ve en su Madre la encarnación ideal del antiguo Israel, que ha llegado a la plenitud de los tiempos.
CONCLUSION: El Señor me invita a escuchar su Palabra haciendo lo que el me diga en cada momento.

Flavia Arellano

EL DABAR EN EL PROCESO DE MI VIDA RELIGIOSA

INTRODUCCIÓN: Cuando Dios habla, habla desde lo profundo y tiende a la comunicación, al diálogo. Dios es un “Yo” que se dirige a un “tú” en una relación interpersonal y vital. La Palabra de Dios interpela al hombre y le invita a la obediencia de la fe para vivir en comunión. La palabra de Dios es hésed hecho amor, ternura y misericordia.
Desarrollo: El “Yo” divino comunicándose al “tú” humano. Yo no conocía a Dios por la Palabra; pero ese “Yo “ divino se me fue revelando en procesos, con una relación interpersonal, primero en clave de ternura y luego en clave de interpelación.
Textos en clave de hésed:
a)Ex 34, 6-7: Moisés invocó el nombre de Yahvé. Yahvé pasó por delante de él y exclamó: Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones.
b) Isaías: Isaías 41, 1-15: y tú Flavia, sierva mía que desde lo remoto te llamé y te dije: sierva mía eres tú, te he escogido y no te he rechazado. No temas, que contigo estoy yo, te he robustecido y ayudado, te tengo asida con mi derecha. No temas, yo te ayudo. No temas gusano de Jacob, oruga de Israel.
Isaías 43, 1-4: No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mía. Eres preciosa a mis ojos, eres estimada y yo te ayudo.
Isaías 49, 15-16: Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Te llevo tatuada en la palma de mis manos.
c) Oseas 11, 1-4: Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor y era para Flavio como quien alza a un niño contra su mejilla, me inclinaba a Flavia para darle de comer.
Textos en clave de interpelación:
a) Ex 34, 1-5: Renovación de la Alianza.
Y dijo Yahvé a Moisés. Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí al monte y yo escribiré en ellas las palabras que había en las primeras que rompiste. Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí. Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el monte. Labró Moisés dos tablas de piedra y levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado Yahvé. Descendió Yahvé en forma de nube y se puso allí junto a él.
b) Col 3, 12-16: Revístanse de entrañas de misericordia, de bondad, humildad mansedumbre, paciencia. Soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente. Y por encima de todo revístanse de amor que es el vínculo de la perfección.
Conclusión: Agradezco al Yo divino que se haya dignado revelarse a mí en forma de hésed: ternura, amor y fidelidad. Porque me ha dicho mucho de El y así mi vocación se ha afianzado. Pero también cuando lo ha hecho en forma de interpelación como en el caso de Ex 34; invitándome a estar con El, dejando todas las “presencias” de ovejas y bueyes, que han sido a lo largo de mi vida. Me he dado cuenta que cuando he dejado atrás esas presencias sólo la presencia divina ha resplandecido. Y finalmente con el texto de Colosenses 3, 12-16 me ha invitado a tener criterios de vida y de acción. No fijándome en cuánto me han lastimado no siendo misericordiosa , humilde, paciente, etc.
Hna Flavia Arellano

TIERRAS DE VISION, EN LAS QUE ES INTRODUCIDA JEANNE DE MATEL

TIERRAS DE VISIÓN, EN LAS QUE ES INTRODUCIDA JEANNE DE MATEL.
Conforme a lo que vemos en el borrador de la Autobiografía de Jeanne, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 220, nos encontramos que el Verbo Encarnado la instruye acerca de la estructura de todo el ser divino y al enseñarla la ha conducido a esas CINCO TIERRAS DE VISIÓN:
LA DIVINIDAD Y HUMANIDAD DEL VERBO, LA COMUNIÓN DIARIA, LA ESCRITURA Y SU ORDEN, que a continuación sintetizaré:
1. “Te he conducido a la tierra de visión que es la DIVINIDAD que vive en ti, y tú en ella”. (Ibídem pág. 220.)

En su proceso de oración, de contacto con el Verbo, de su vida litúrgica y de piedad, vemos que Jeanne desde niña fue muy receptiva, sensible, amorosa, recogida y con toda la fuerza y candor de su niñez fue siendo dócil a las inspiraciones que el Espíritu Santo iba dándole, y así vemos que desde los 11 años, tuvo ya su primera experiencia mística que la lleva a un amor más profundo y el deseo de elegir a Jesús como su Esposo y consagrarle su virginidad. Y aunque pasa por una época de tibieza, emerge de ella con más fuerza su conversión y amor al que lavó con su Sangre sus faltas, e inclusive un día le dijo: “Mis pensamientos hacia ti, son de paz y de alegría; los tuyos de guerra y de aflicción por unos pecados que yo he sepultado en el mar de mi caridad infinita, la cual no solamente cubrió y abismó, sino que Yo los he destruido de la manera en que pueden serlo. Recibe pues mis gracias con humilde agradecimiento y soporta el que te ame y desborden en ti los torrentes de mi bondad”. (Ibídem. pág. 27)
Con los años, la meditación, la oración, la contemplación, se vuelven cada vez más ricas en el contacto y experiencia amorosa del Verbo, inclusive en la suspensión de potencias en que es su lengua impedida, el alma no sabe a dónde es conducida, y el Verbo tiene en ella sus delicias. El Verbo le prodiga grandes gracias místicas como los arrobamientos, (Dios toma su inteligencia y le infunde fe), los éxtasis (Él toma su voluntad y la fortalece ejercitando su caridad.), las locuciones y visiones que van conduciéndola a un desposorio y más tarde a un Matrimonio Espiritual con Cristo en el que su ser está unido al Suyo por una amorosa transformación y augusta deificación. Recibe el anillo de la fe, el brazalete de la esperanza y el collar de la caridad.
A lo largo de su vida experimenta períodos de desolación, que provienen de purificaciones que el Señor le envía, por situaciones de persecución e incomprensión dentro y fuera del monasterio, así como de períodos de consolación que la van fortaleciendo, iluminando y preparando para la Misión que le tenía preparada.
No cabe duda que, tanto en su Autobiografía como en el resto de sus Escritos, incluyendo sus cartas, Jeanne va dejando entrever bastante de lo que ha penetrado en el Misterio de la Divinidad del Verbo, así como de la Trinidad, de María, etc., aunque reconoce frecuentemente que las palabras son pobres, para expresar las realidades divinas.


2. “Te he comunicado los misterios adorables de mi HUMANIDAD que has contemplado en diversas figuras, en diferentes visiones”. (Ib. pág. 220)

Toda la Autobiografía es un diálogo con su Divino Amor, el Verbo Encarnado. Jesús la va instruyendo en quién es Él, afirma:
La Preexistencia del Verbo, el Alfa y el Omega, (Cfr. Ibíd. pág. 176); “Creo firmemente en ti, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de un verdadero Dios, engendrado y no creado, que nació antes de los siglos, que emanaste de la sustancia de tu divino Padre; que por amor has venido a tomar un cuerpo…” (Ibíd. pág. 165);
Ve al Verbo en la Trinidad, poseyendo todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría del Divino Padre (Cfr. Ibíd. pág. 211);”Se anonadó tomando la forma de siervo al hacerse hombre, sin perder la igualdad de condición que tiene con el divino Padre y el Espíritu Santo.” (Ibíd. pág. 24);Contempla la Visión Hipostática (Cfr. Ibíd. pág. 329);
Ve el amor que supone la Encarnación, “Haciéndote Hombre para habitar con nosotros y para hacernos ver el exceso de amor que tu divino Padre tiene por los hombres, Tú mismo te entregaste para salvarlos. (Cfr. Ibíd. pág. 166);
Ve al Verbo Encarnado en el Seno de María, “La santidad de mi santa Madre es un gran sacramento que contiene las inexpugnables riquezas de mi humanidad en la que habita toda la plenitud de mi divinidad corporalmente. (Cfr. Ibíd. pág. 677);
Ve la Eucaristía como Extensión de la Encarnación, “Este gran Sacramento escondido en Dios que contiene todas tus inagotables riquezas y la plenitud de tu divinidad corporal… que nos dio la más grande señal que el cielo y la tierra hubiesen visto, a saber una extensión de tu amorosa encarnación a la sombra de la virtud del Altísimo, en las entrañas virginales.”(Cfr. Ibíd. pág. 737.)
Le hace ver cómo la Encarnación, en forma mística se realiza también en ella, “Por ti, las naciones extranjeras se acercaran a mi, admirando cómo te he favorecido, al renacer por ti mediante una reproducción y mística extensión de mi Encarnación en esta Orden.” (Cfr. Ibíd. pág. 168); “Regocíjate dándome gracias porque me plugo, desde toda la eternidad, escogerte para producir en la Iglesia una Orden que es la extensión de mi Encarnación. Por tu medio, soy introducido por segunda vez al mundo.”(Vida de la Rev. Madre Juana Chézard de Matel, M. Saint Pierre de Jesús, 1910, pág. 257.)
Y finalmente, ve a la Orden honrando al Verbo Encarnado. “Veo con delicia, las casas de mi Orden, en donde seré adorado en Espíritu y en verdad” (Jeanne Chézard de Matel. Autobiografía. Vol. I . pág. 134.)


3. “Te he dado la COMUNIÓN DIARIA, que es una tierra de visión”. (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol 1, de las Obras Completas, pág. 220)

En los escritos de Jeanne descubrimos el valor tan grande que le dio en su vida a la Eucaristía, leemos frases como “Cuando cumplí doce años se me permitió comulgar lo que fue para mí una dicha muy grande. Por ese año comulgué cada mes, al siguiente lo hice con más frecuencia y cuando tuve carroce años, comulgaba cada ocho días” (Ib. pág. 10) “Alimentándome con el pan celestial… me prometiste darme todos los días un pan supersubstancial como habías dado el maná a tu pueblo en el desierto…” (Ib. pág. 84) tanto que… “Deseaba vivir en un claustro…era para mí una pena insoportable caminar por las calles después de haber recibido la comunión que era mi vida escondida en ti. Vivía para comulgar y comulgaba para vivir… El pensamiento de este Pan de vida era casi perpetuo” (Ib. pág. 85) y llega a reconocer que “Me has alimentado con este maná cotidiano durante 40 años, me has hecho más favores que al pueblo hebreo. Que todas estas comuniones sean para tu gloria y mi salvación.” (Jeanne Chézard de Matel Autobiografía. Tomo III pág. 941) y ya quisiera yo tener las disposiciones que ella tenía en cada una de ellas, el mismo Verbo Encarnado, le dice: Todos los días cuando me recibes, te revisto de mí mismo…” (Ib. pág. 713)

4. “Te enseño por la ESCRITURA, que es un lugar de visión.” (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 220)
El Verbo Encarnado le dijo un día: “Cuando tenías nueve años me dijiste que, si te daba a entender el Evangelio como a Santa Catalina de Sena, me amarías como ella, te he otorgado este favor, mira qué obligada estás de amarme” (T. II Autobiografía Jeanne Chézard de Matel. Pág. 302) Te daré Inteligencia de la Escritura de los misterios sagrados. Yo mismo seré tu Maestro. Elevaré tu entendimiento de una manera divina. L uniré a mis claridades.” (Borrador de la Autobiografía de Jeanne Chézard de Matel, Vol. 1, de las Obras Completas, pág. 35); y no cabe duda que, a través de la Sagrada Escritura, de Su Eucaristía y la fidelidad a todas sus gracias, Jeanne se fortalecía “Se me ha hecho ver, además en diversas formas desde que tú me dijiste que, al guardarme como a tu paraíso de delicias, impediría que todos los amores de las criaturas penetrasen de algún modo en mi espíritu , y que con la espada de tu Palabra, espantarías a todos mis enemigos” (Ib. pág. 144.) Era verdaderamente admirable la forma en que Jeanne cita la Sagrada Escritura en todos sus Escritos y Autobiografía, era ya para ella su criterio, su forma de pensar y hablar, aquello que la motivaba e instruía, era el mismo Jesús, quien se manifestaba en su Palabra divina.
5. “Estableceré por tu medio mi ORDEN, que será una tierra de visión, lo cual ya has experimentando, y seguirás experimentando en el futuro.”(Ib. pág. 220)

“Solicita una bula a Roma para el establecimiento. Jeanne pregunta en oración ¿Qué nombre deseas dar a tu Instituto?... Hija, Cumpliré todas mis promesas… el nombre de mi Orden es VERBO ENCARNADO, deseo que se pida ese nombre, pues comprende con eminencia y por excelencia todo lo que se refiere a mí como VERBO INCREADO Y VERBO ENCARNADO…” (Ibíd. pág. 171); “Me revelaste después maravillas sobre el estado religioso y en particular de tu Orden, predicéndome que para darle más gloria, sufriría grandes contradicciones y desprecios casi universales, provenientes de toda clase de personas. (Ibíd. pág. 130); “…queriendo hacerla madre de una multitud de hijas que brillarían como estrellas en esa Orden amorosa que introduciría nuevamente a su Primogénito en el mundo… mediante este Instituto que sería una extensión de su admirable Encarnación…” (Ibíd. pág.96).

Siempre, al profundizar en los escritos de Jeanne, he descubierto que, como hija suya, tengo un llamado muy especial para imitar en ella muchos aspectos de su vida, de su riquísima Espiritualidad y que, como dice esta última cita mencionada, estoy llamada a brillar como estrella en esta Orden amorosa, para que pueda Él nacer nuevamente a través de mí. Esto me da hasta vergüenza pronunciarlo, porque me detecto tan lejos de ese ideal y sin embargo es un llamado real, renovado, personal, al que quiero corresponder como el Verbo Encarnado me lo está pidiendo, y prometo hacer un esfuerzo, para que así como en Jeanne esas cinco Tierras de Visión, pueda Él irme introduciendo a una mayor experiencia de su Amor a Él y una entrega más auténtica a mis hermanas en la Orden y a la humanidad.
Luz Patricia Ochoa y González.

"JESUS, ¿QUIEN SOY YO?"



Como todo consagrado he tenido siempre el deseo de hacer una reflexión de quién es Jesús para mí. No hace mucho quería poder hablar, dar testimonio de un Jesús que impactara e hiciera huella en las personas con las que yo convivía, sentía que nada de lo que yo leía me satisfacía y que lo que en mi pobre experiencia era el motor, centro y razón de mi existencia estaba siendo inexplicable.
Recuerdo la experiencia que me ayudó a dar el paso y responder al Señor en la vida Religiosa. Me di cuenta que era yo amada profundamente por Jesús, me sentí consentida, procurada, cuidada y muy pero muy bendecida desde el momento de mi concepción. Soy la primogénita y mis padres esperaban ansiosos mi llegada. Fui rodeada de un ambiente lleno de amor y protección siempre. Cuando me preguntaba por qué quería ser religiosa, mi respuesta comenzó a ser: “Porque es lo único que puedo hacer para responder a tanto amor que he recibido”. Nada era suficiente de lo que pudiera yo hacer o dar, sino sólo ofreciendo la vida misma.
Por eso quiero comenzar esta síntesis no diciendo quién es Jesús para mí, sino más bien quién soy yo para Jesús, pues ha sido esa experiencia la que le ha dado sentido a mi Consagración y a toda mi existencia. Al saberme amada por Él en cada momento de su vida, me ha ido configurando como la mujer que soy. Es desde Él, que encuentro identidad, es desde lo que somos para Él, que mi vocación misionera ha encontrado fuerza y vigor. ¿Cómo callarme esto si me quema por dentro? ¿Cómo no ser un grito de la única Verdad que puede liberar y salvar?

La siguiente premisa me parece importantísima para poder comprender o más bien acercarnos al misterio de Dios: A Jesús no se le puede comprender si no es en la dimensión del amor incondicional, él es el reflejo del Padre, el Hijo amado enviado con el único fin de revelarnos la inmensidad del amor de Dios uno y Trino, Dios que es familia y es comunidad. Si esto no es aceptado, nada de lo que sigue a continuación tiene sentido.

Te Encarnaste por mi…

Yo soy la creatura y tú eres el Creador. Hay en mí una conciencia muy clara de la enorme distancia que nos separa. Pero parece que tú también eres conciente de esta distancia y quieres romperla, quieres cercanía, quieres igualdad, quieres intimidad conmigo. Dios, debes estar loco, mira que dejar tu posición divina para acercarte a mí. ¿Es que de verdad lo valgo? Todo un Dios se despoja, se anonada, se abaja a la creatura, con el único fin de que yo pueda participar de tu divinidad, el que pueda ser hija contigo, el Hijo. Te has hecho de mi barro, pero cuando me miro, mi barro me parece tan distinto al tuyo, el mío es como más frágil, más débil, pero también veo que al hacerte de mi barro la consistencia del mío cambia. Me revelas todo un proyecto de dignificación desde tu abajamiento.
Ahora decir que soy humano, ya no significa que soy débil sino que hay todo un proyecto de elevación y divinización. Por ti, que me amas de igual a igual he adquirido una nueva vida, una vida en el Espíritu.

Naciste de Mujer…

En ese abajamiento quisiste la colaboración del género humano, y elegiste a una mujer, alguien como yo que tuviera la capacidad de acogerte, cuidarte, nutrirte y hasta introducirte con ternura y cariño en la dulce tarea de ser hombre. Ella sería la libre colaboradora del más grande de los acontecimientos que habrían de salvar a toda la humanidad. En ella has querido confiar en todas las mujeres, has querido confiar en mí para continuar tu Encarnación. María, mujer sencilla del pueblo de Nazareth, abierta totalmente a la acción del Espíritu. Te acompañó en todos los momentos de tu vida, fue capaz de romper con las estructuras de pecado con su humildad y mansedumbre. Ella es también la prototipo de la mujer consagrada. Todo lo que ella es, yo estoy llamada a ser, es el modelo, ejemplo y estimulo. Y eso lo ves en mí. Así como te fiaste en ella, has depositado en mi tu confianza, me has considerado capaz. Y con María quiero decir “Hágase en mí según tu palabra”.

Viviste en familia…

En Nazareth tu familia lo era todo, fue allí donde naciste, creciste y fuiste adquiriendo identidad judía, y descubriendo también una especial filiación divina. Necesitabas el ambiente de un hogar lleno de amor, respeto y confianza, José y María fueron esa pareja que con sus cuidados y ejemplo prepararon la tierra para que floreciera en ti el hombre Jesús de Nazareth, hijo de José. Un matrimonio religioso conocedor de las costumbres de la fe judía, te fueron introduciendo en los misterios del pueblo elegido y su relación con Yahvéh. Y allí algo se fue despertando en ti, aprendiste a saborear la sed de trascendencia y espera mesiánica de tu pueblo. También la familia extensa fue importante en tu misión, Juan tu primo, y los demás que mas tarde se fueron uniendo a tu grupo de seguidores como Santiago, José, Judas y Simón.
En tu familia la mujer tenía un lugar muy especial, no como en otras familias, tu madre fue respetada y protegida; cuando quedó embarazada por el poder del Espíritu Santo, tu padre nunca quiso ponerla en evidencia y cuando en sueños se le rebeló su paternidad espiritual, la acogió con inmenso amor y supo protegerlos aun en medio de la persecución y los peligros.
También en eso me has bendecido a mí, nací en el seno de una familia llena de amor, mis padres han vivido su sacramento intensamente en unión contigo. Es en la fe practicada en mi familia donde te descubrí y me entusiasme por todo lo tuyo, mis padres han sido siempre reflejo del amor divino, y con mis hermanos aprendí a compartir y crecer en fraternidad. Es desde la familia donde partimos a la experiencia de la familia religiosa y a la Iglesia. Soy para ti, hija de familia, con la experiencia del amor humano y de la formación necesaria para la convivencia fraterna y constructiva.

Optaste por los pobres y necesitados.-

Tu pasión por el Reino te llevo a quererlo comunicar a todos los hombres y mujeres, y nunca hiciste acepción de personas, al contrario, tu mensaje fue dirigido a todo el pueblo; pero no todos lo recibieron igual. De una manera especial los pobres, y oprimidos por diversas causas fueron los principales receptores de tu mensaje, lo acogieron con sencillez y sin exigencias, como quien esta totalmente necesitado. Tuviste siempre la capacidad de relacionarte con todo mundo, pero fue evidente en ti tu predilección por los pobres y los pequeños. En muchos de tus milagros son los pobres los beneficiados, en tus palabras siempre dejaste ver un Reino donde los pobres serían bienaventurados. En tu cercanía con ellos, recobraron la dignidad perdida y arrebatada. La compasión ha sido el rasgo característico de tu entrega al pobre. Fuiste un grito de la misericordia del Padre para los pequeños.
No puedo decir que yo haya nacido pobre materialmente hablando, siempre tuvimos lo necesario y nunca nos falto nada, crecí sin lujos pero tampoco experimenté la ausencia de lo necesario. Pero siempre me diste la sensibilidad de solidarizarme con el que sufre, de gozar en su servicio y de querer compartirte con ellos. Puedo decir con toda certeza que me hablaste en ellos, que mi vocación se fue formando trabajando con el pobre. Y siempre en mi vida religiosa ellos han sido los destinatarios de mi servicio apostólico. Me has ido llevando a un compromiso de opción y solidaridad con el que menos tiene y mis mayores alegrías han sido descubrirte caminando junto a ellos. Porque estoy segura que este ha sido el camino por el que me has llevado, sabes que en esta opción siempre cuentas conmigo y estoy disponible con tu gracia.

Viviste en profunda unión con tu Padre…

Descubriste en tus noches de oración la experiencia de un Padre que te amaba entrañablemente y pasaste largas horas frente a El, eras un apasionado que no descansaba si no era en el amado. Él era el centro de tu vida y así lo quisiste comunicar con todas tus fuerzas. No era sólo el que llamaras a Dios Padre, sino era evidente que al hablar del Abbá, se notaba en ti una intimidad fuera de serie con el tres veces santo, tu rostro irradiaba esa compenetración con tu Padre y eso molestó a quienes se llamaban especialistas en la ley.
Toda tu actividad apostólica estuvo enraizada en estos momentos de intimidad y abandono en Él. Las parábolas más hermosas del evangelio nos narran esas características increíbles de tu Padre. El Misericordioso el que se enternece con sus hijos, el que espera, perdona, acoge, celebra.
Tus apóstoles quedaron impactados de tu oración, el solo verte era motivo de gozo y una invitación a la intimidad divina. Les enseñaste a orar y a abandonarse a él como tu lo hiciste.
Antes de hacer cualquier cosa te retirabas a orar y eso lo aprendieron bien tus seguidores y lo seguimos entendiendo nosotros. Cualquier actividad que realicemos si no es fruto de la oración es mero altruismo o activismo pero no es construcción del Reino. No podemos ser misioneros si no oramos, si no nos desgastamos frente a ti de rodillas.

Moriste y resucitaste por mí…

Dices en tu evangelio que “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, y tú no escatimaste para nada dar tu vida por nosotros. No buscaste la muerte, ésta fue consecuencia de tu fidelidad a la misión asumida, tu fidelidad a la verdad y a tu Padre. Fue el camino del sufrimiento y del anonadamiento que asumiste desde la Encarnación y se vio coronado en la entrega sublime en el Calvario.
¿Pudiste habernos salvado de otra manera? Probablemente, pero este fue el camino que nos manifestó la inmensidad de tu amor. “Me amó y se entregó por mi”, fue la gran conquista, con tu muerte diste fin a la muerte y el Padre te resucitó haciéndote Señor del Universo. Pablo dice que moriste por nuestros pecados y resucitaste al tercer día y esto se convirtió para él en la única razón de su entrega y misión. Es el triunfo que ha transformado a toda la Creación y ha unido el cielo y la tierra.

Hay mucho más que podría yo decir, porque en cada pasaje de tu vida Jesús, descubro mi razón de vivir, mi razón de ser mujer, mi razón de ser consagrada, es tu entrega por amor a mi y a mis hermanos que le da identidad a mi existencia, que motiva mi acción apostólica y mi vida en comunidad. Me hace sentirme Iglesia, y comprometerme con ella y en ella. Vuelvo a la pregunta, ¿Quién soy para ti? Si tú has sido capaz de dar tanto por mí, si te has derramado en amor y ternura, si te has abajado y me has exaltado hasta hacerme Hija del Padre. Vaya que soy importante. Solo te suplico Jesús que no me dejes de tu mano, pues bastante indigna soy, por mi sola no soy digna de merecerte. Es en tu amor y misericordia que vivo con la confianza de seguir adelante y poder abrirme totalmente a tu acción en mí y a través de mí. Y así, ser tu misionera de la Encarnación.

Malena González cvi




jueves, julio 17

LA ENCARNACIÓN, KÉNOSIS DEL HIJO

INTRODUCCIÓN:

En las Constituciones de la Congregación de Religiosas del Verbo Encarnado, en el Capítulo I, titulado: “NUESTRO CARISMA”, encontramos el artículo 3º que dice: “El amor que nos une al Verbo Encarnado debe llevarnos a contemplarlo y adorarlo en el anonadamiento de la Encarnación y seguirlo especialmente en su vida de humildad, sencillez, dulzura, pureza y caridad; en el espíritu de las Bienaventuranzas del Evangelio, espíritu que es de mansedumbre, de paz y misericordia”.

Y en el Capítulo II, titulado:”NUESTRA CONSAGRACIÓN”, artículo 38: “Por la obediencia consagrada hacemos presente entre los hombres la sumisión del Hijo de Dios, quien al despojarse de Sí mismo, tomó la condición de Siervo y se hizo obediente hasta la muerte de Cruz. La contemplación de Jesús debe llevarnos a buscar como Él, la voluntad del Padre”.

Con el deseo de profundizar en el trasfondo teológico del contenido de estos artículos, he elegido como tema para este trabajo el “Himno de Filipenses- La Encarnación, kénosis del Hijo”. Pero antes de entrar propiamente en materia quiero decir algunas palabras referentes a su autor: San Pablo, mismas que nos servirán de Introducción.

Al leer a San Pablo impacta su profundo conocimiento de la Persona de Jesucristo y de sus misterios, como si lo hubiera visto en vida y convivido con Él, y sorprende también su apasionamiento por darlo a conocer y predicar su mensaje. Los apuntes dados en clase nos dicen que dicho conocimiento le fue dado al apóstol por el mismo Jesús Resucitado en el acontecimiento de Damasco (1), cuyo encuentro con Él selló la vida y actividad de Pablo, dándole un giro de 360°.

El Papa Benedicto XVI nos dice en su primera encíclica: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (2).

Bárbara Andrade, filósofa y doctora en Teología Sistemática, en su libro: Dios en medio de nosotros, dedica unas páginas al tema del encuentro como experiencia. Por lo limitado de este trabajo, sólo citaré algunas expresiones iluminadoras de lo que puede significar un encuentro:

-“El lugar más privilegiado para encontrarse a sí mismo…”
-“En este encuentro con el tú, las posibilidades de cada uno se concentran y se concretizan de modo insuperable…”
-“El encuentro es un don, un libre ofrecerse al otro y así recibirse de él…”
-“El encuentro es creador, en él acontece la creación del nuevo yo de ambos…”
-“El encuentro ilumina y transforma la realidad personal…y ahora se convierte en algo nuevo…”
-“El Dios personal es ‘total comunión desde el encuentro’, y así también actúa. Lo que Dios es, hace por nosotros, así es autocomunicación…”
-“Sólo por lo que Dios hace por y en nosotros, podemos saber Quien es…”
-“Cristo, el Hijo, hace en nosotros lo que Él mismo es…, a este llegar a ser nuevo, se le puede llamar sustitución de nuestra propia realidad por la del Hijo…”
-“El kerigma crea conversión, que es conversión a la Cruz, porque sólo desde la Cruz parte la gracia de la comunión desde el encuentro…” (3).

Si todo encuentro con Cristo provoca en la persona un cambio, el de Pablo fue inaudito, radical, porque Jesús Resucitado, directamente y por pura gracia, cambió su corazón, revelándole el misterio de su Persona Encarnada. Desde ese encuentro, Pablo fue otro, hasta poder llegar a decir: “Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Ahora, en mi vida terrena, vivo creyendo en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí” Ga 2, 20. El fundamento y fin de la teología paulina es, entonces, Cristo Resucitado, Vivo en él, y Viviente en la Iglesia (4).

LA KÉNOSIS DE LA ENCARNACIÓN

Antes de desarrollar este punto veamos el significado de la palabra kénosis:

Kénosis es un término procedente de la expresión griega ekenosen eauton=se anonadó, o, más exactamente: se vació, empleada por san Pablo para indicar el empobrecimiento voluntario de Cristo en la Encarnación (Flp 2, 7) (5)

La Encarnación es el misterio central de la fe cristiana, que el Padre, en su benevolencia, nos ha revelado por su Hijo. El Hijo, a su vez, nos ha mostrado el gran amor que el Padre nos tiene y nos lo ha manifestado a través de su misma Persona encarnada, La que se nos ha entregado como don gratuito de parte de la Santísima Trinidad. “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo el dominio de la ley, para liberarnos del dominio de la ley y hacer que recibiéramos la condición de hijos adoptivos de Dios…” Ga 4, 4-5.

Con la palabra Hijo, Pablo confiesa la divinidad de Jesús de Nazaret, lo cual significa que hay un Padre que es Quien lo envía al mundo con una misión específica, y aquí se podría desarrollar toda una teología sobre la preexistencia divina de Jesús; pero, aceptando esta afirmación nos limitaremos a decir por ahora que en el pensamiento paulino el envío del Hijo es simultáneamente el envío del Hijo y del Espíritu del Hijo, o sea que los Tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo, están siempre presentes en este misterio de nuestra salvación: “La Encarnación, en este sentir y pensar de la Escritura, es la inserción de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu, con igual fuerza y divinidad en medio del cosmos, que es decir en el corazón del creyente…” (6)

“El Dios Trino, con la Encarnación del Hijo, no sólo ha venido en auxilio del mundo, sino que se ha revelado a Sí mismo en su más honda peculiaridad” (7). Es en la Encarnación donde se encuentra la máxima Revelación de Dios, que asume en su totalidad la condición humana, puesto que Dios se revela en un cuerpo semejante al nuestro, mismo que tuvo que cargar con todas las necesidades humanas, como nosotros: sentir hambre y frío, tener necesidad de dormir, descansar, experimentar el sufrimiento, ser obediente a la voluntad del Padre, a costa de incomprensiones, críticas, rechazos y persecuciones, hasta dar la vida y morir con un género de muerte ignominiosa.

En la carta a los Filipenses, capítulo 2º, vv 7-8, Pablo nos habla de todo este vaciamiento de Jesús: “Se despojó de Sí mismo tomando condición de Siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a Sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y una muerte de cruz”.

Una de las finalidades de la Encarnación de Jesús es la salvación y santificación de la humanidad entera. Para esto fue preciso, según el plan de Dios, el vaciamiento, abajamiento de Jesús en una condición de humillación. Sin embargo, Cristo no se somete a esta condición humillada como a una ley que tuviera que obedecer necesariamente; por su misma condición de Hijo de Dios podría haber hecho a un lado esta elección, pero asume la condición de Siervo, libre y voluntariamente. . La kénosis supone una humildad esencial que coloca a Jesús en una actitud de total obediencia y adoración al Padre.

A esta forma de vida de Jesús es a la que Pablo invita a los filipenses a vivir: “Tengan los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús” Flp 2, 5. Se trata de vivir y actuar como Jesús vivió y actuó. La Iglesia de Filipos era una Iglesia amenazada desde fuera por los propagandistas cristianos que intentaban la ruina del Evangelio de Pablo imponiendo las prácticas judías; este ataque exige una defensa que ha de darse comunitariamente, firmes en el mismo espíritu y luchando unidos por la fidelidad a la ‘buena noticia’ (Flp 1, 27). Para obtener esta unión en el amor hay que tener una actitud de humildad mutua, oponiéndose a la búsqueda egoísta de intereses, y considerando a los demás como superiores. Esta actitud es la que conviene y la que se impone al que está en Cristo Jesús. (8).

SIERVO DE YAHVÉ E HIJO DEL HOMBRE

Estos dos títulos procedentes de dos líneas mesiánicas revelan el verdadero sentido del Verbo Encarnado en su calidad de Dios verdadero y Hombre verdadero.

La gloria del Hijo del Hombre es tal que la humillación no la mengua porque esta gloria trasciende a toda humillación, incluso cuando se vea privada de su esplendor. La condición humana del Siervo de Dios, en el himno de Filipenses 2, alaba a Cristo, no por haber utilizado su igualdad con Dios para desplegar su poder, sino por haber asumido, más bien la condición de esclavo. Cristo se ha vaciado voluntariamente de su modo de existencia divina, ha abandonado el ejercicio del poder que no pertenece más que a Dios, ha cambiado este modo de existencia por la condición obediente de esclavo. (9).

En Isaías 53, 8 encontramos que el Siervo muere por nuestros pecados. El título de Siervo se refiere a un proceso de humillación que conduce a una exaltación: el Siervo se entrega voluntariamente a la muerte y, como consecuencia, ve una posteridad. La relación entre humillación y exaltación reposa en el título de Siervo. Jesús es exaltado por ser “Siervo”. El vínculo entre humillación y exaltación se basa en el ser mismo de quien vive este proceso. La muerte, que es la manifestación suprema de la humillación del Siervo, se convierte en victoria como consecuencia de su glorificación.

Si el Siervo padece esa humillación no es por resignación ante un destino, sino por sumisión a la voluntad de Dios en la obediencia. Esta obediencia se traduce concretamente para el Siervo en la asunción de los pecados de la humanidad. Siendo Él inocente, libremente toma los pecados de los seres humanos convirtiéndose su muerte en ‘sacrificio expiatorio’. El Siervo es aquel que obedece: Dios tiene la iniciativa, Dios suscita al Siervo a fin de que entre plenamente en su plan de liberación y que salve a todas las naciones con su servicio.

El título de Hijo del Hombre le da al Siervo toda su seriedad. Jesús asume la Pasión no como una necesidad ineludible sino voluntariamente y con una libertad tanto más real cuanto que no obedece por cobardía ante el curso de los acontecimientos, sino por elección. La trascendencia de su Mesianidad revela hasta qué punto el servicio es una elección libre: “El Padre me ama porque Yo doy mi vida para recuperarla de nuevo. Nadie tiene poder para quitármela; Soy yo quien la doy por mi propia voluntad. Yo tengo poder para darla y para recuperarla de nuevo. Esta es la misión que recibí de mi Padre” Jn. 10, 17-18. La kénosis de Cristo no atenta en nada a su poder, que es totalmente otra cosa que el poder del mundo.

Significado de la kénosis de la Cruz

La Encarnación de Jesús está orientada a la Pasión. La salvación del ser hombre por Cristo no puede realizarse definitivamente en el acto de la Encarnación ni a lo largo de su vida mortal: únicamente puede realizarse en el hecho de la muerte” (10). La Cruz constituye el centro de la Historia de la salvación porque en ella se cumple la promesa de la Redención y es el centro de la historia de la humanidad porque en el cuerpo del Crucificado reconcilia a toda la humanidad necesitada de Redención

“Jesús no busca la humillación por la humillación. A este hombre, animado de una intensa necesidad vital, al que nada induce a la negación, le cuesta terriblemente morir y morir en la Cruz. La muerte para el tiene un fin: anuncia la resurrección, al mismo tiempo que la muerte y tras la humillación ve resplandecer la gloria de la redención” (11).

EL TEXTO DE FILIPENSES 2 EN LOS ESCRITOS DE JEANNE DE MATEL

Me ha parecido interesante encontrar en el “Diario Espiritual” de la Madre de Matel, alusiones o comentarios del texto que venimos estudiando. A continuación los cito textualmente para hacer, finalmente, un breve comentario al respecto, a manera de conclusión.

“Deseemos más bien ser reconocidas como nada y tenidas por tal. Estemos contentas de ser menospreciadas. En esto se manifestará la verdad, y vendrá la divina misericordia. Alguien se anticipó a la verdad: fue Jesucristo, el Verbo eterno y Encarnado, el cual, viendo nuestra nada, vino a revestirse de ella. Porque habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo, el cual teniendo la naturaleza de Dios…(Flp. 2, 6)” (12).

“Así como mi humanidad dejó su propio soporte, deben renunciar a ellas mismas y vivir sólo para Mí, y que todo su amor sea para su Salvador Crucificado. Si ellas son levantadas en esta cruz de amor, serán mis queridísimas esposas y verdaderas imitadoras…” (13)

“…Cristo Jesús, … se humilló hasta la muerte de Cruz, por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre (Flp 2, 9), ante el cual toda rodilla se dobla en el cielo, en la tierra y en los infiernos, confesando que está victorioso y sentado en un trono de grandeza a la diestra de su divino Padre. Sin hacer rapiña es igual al Padre y merecedor de esta misma gloria que participa a sus santos, para los que adquirió esta felicidad por medio de sus padecimientos voluntarios” (14).

“Cuando los apóstoles volvieron de su asombro (en el Tabor), sólo vieron a Jesús. Comprendí que no debía ver en todas las criaturas sino al mismo Jesús, y éste transfigurado en sus dolores. Aprendí que debía sentir en mí lo que Él había sentido según el dicho del apóstol: Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios, sino que se despojó de Sí mismo tomando condición de Siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a Sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz. Por eso Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos (Flp 2, 5-10)” (15)

“Todo concurre a la gloria de la cruz y del Crucificado. San Pablo, que se glorió en ella, afirmó que el Salvador se hizo obediente a su Padre hasta morir en la Cruz, por lo que fue exaltado y recibió un nombre sobre todo nombre: Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz. Por lo cual también Dios le ensalzó, y le dio un nombre superior a todo nombre (Flp 2, 8-9)” (16)


CONCLUSIÓN:

Volviendo al pensamiento con el que he comenzado este trabajo, a saber, profundizar en la teología de Filipenses 2, que está como trasfondo en los artículos 3º y 38 de las Constituciones de las Religiosas del Verbo Encarnado, sintetizo algunas ideas a manera de conclusión:

-Al hacer un recorrido, a vuelo de pájaro, por las 572 páginas del Diario Espiritual de la Venerable Madre Jeanne Chézard de Matel, descubro una fuerte influencia de la teología paulina, porque además del texto de Filipenses, me he encontrado que Jeanne cita innumerables veces, las otras Cartas de San Pablo, y a él mismo lo pone continuamente de ejemplo, por su entrega incondicional a Jesucristo y a la causa del Evangelio de la gracia, por su gran amor a las comunidades cristianas, por su espíritu de abnegación, arrojo y sacrificio, hasta el punto de estar dispuesto, en todo momento, a dar la vida por el Señor Resucitado a Quien debe su conversión, y por su deseo de dejarse transformar totalmente por Él.

-La teología que sustenta la fe de la Madre de Matel es la fe de la Iglesia, misma que se apoya fundamentalmente en la Palabra de Dios; por tanto, sus religiosas debemos movernos dentro del marco de esta fe y, a semejanza de ella, beber de las aguas más nítidas que nos ofrece la Escritura Sagrada.

-De acuerdo a los artículos de las Constituciones que cito, las religiosas del Verbo Encarnado debemos contemplar y vivir, a la luz de su Resurrección, los sagrados misterios de Jesucristo, desde su entrada a este mundo hasta la consumación de la obra que le encomendó el Padre y que culmina con su Misterio Pascual, de una manera apasionada, como Pablo, estando dispuestas a dar la vida, principalmente por la obediencia a la voluntad de Dios y en orden a la salvación de la humanidad para que todos los hombres y mujeres lleguen al conocimiento de la verdad y puedan también alcanzar la estatura de Cristo.

-El testimonio de Jesús, Verbo Encarnado, nos invita a seguirlo en sus actitudes, de servicio (pues no ha venido a ser servido sino a servir), de obediencia, pobreza, humildad, mansedumbre, amor, misericordia, sencillez de vida, etc.

Que Jesús, manso y humilde de Corazón, haga nuestro corazón semejante al Suyo; le pedimos esta gracia.


REFERENCIAS.

(1) Cfr. Rufino María Grández, El Hijo Encarnado en los escritos paulinos y Hebreos, Folleto I/II, Apuntes de clase, Segundo Curso de Verano 2008, Diplomado en Espiritualidad Mateliana, Pág. 8.
(2) Ibid, Pág 8.
(3) Cfr. Bárbara Andrade, Dios en medio de Nosotros, parte II, No. 3; Parte VII, No. 4
(4) Cfr. Rufino María Grández, Apuntes, pág. 11.
(5) L. Bouyer, Diccionario de Teología, pág. 391.
(6) Rufino María Grández, Apuntes, Pág 17
(7) J. Martínez Gordo, La Gloria del Crucificado, la Teología de H. U. von Baltasar, Pág. 115.
(8) Simón Legasse, La carta a los Filipenses, Pág. 22
(9) Christian Duquoc, Cristología, Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazareth, el Mesías, Pág. 144.
(10) H. U. von Baltasar, El Misterio Pascual, Pág. 668.
(11) F. X. DURRWELL, El Cristo Redentor, Pág. 265.
(12) Jeanne Chézard de Matel, Diario Espiritual, Pág. 76
(13) Jeanne Chézard de Matel, Diario, Pág. 102
(14) Jeanne Chézard de Matel, Diario, Págs. 132-133
(15) Jeanne Chézard de Matel, Diario,Págs. 287-288
(16) Jeanne Chézard de matel, Diario, Pág. 441.


BIBLIOGRAFÍA:

ANDRADE BÁRBARA, Dios en medio de Nosotros, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1999.
BALTASAR H. U. von, El Misterio Pascual, en Mysterium Salutis, Vol III, Cristiandad, Madrid.
BOUYER L., Diccionario de Teología, Herder, Barcelona, 1983.
CHÉZARD DE MATEL JEANNE, Diario Espiritual, en Obras Completas, Vol. 4, Edición Privada, México, D. F., 1997.
DURRWELL F. X., El Cristo Redentor,
DUQUOC CHRISTIAN, Cristología, Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazareth, el Mesías, Sígueme, Salmanca, 1981.
GRÁNDEZ RUFINO MARÍA, El Hijo Encarnado en los escritos paulinos y Hebreos, Folleto I/II, Apuntes de clase, Segundo Curso de Verano, Diplomado en Espiritualidad Mateliana, U. P. M., Julio de 2008.
LEGASSE SIMÓN, La carta a los Filipenses, No. 33 de Cuadernos Bíblicos, Verbo Divino, Estella 1981.
MARTÍNEZ GORDO, J, La Gloria del Crucificado, la Teología de H. U. von Baltasar,
Descleé de Brouwer, 1997.

Hna. María Elena Llamosas

miércoles, julio 16

ASPECTOS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE LA ENCARNACIÓN

San Pablo a los Galatas 4,4-6
Quiero hacer una relación del texto con los distintos rasgos de nuestra espiritualidad que nos da una identidad propia, de Religiosas del Verbo Encarnado, en la Iglesia. Estos rasgos son: Teológica, Cristocéntrica, Trinitaria, Eclesial, Bíblica, Eucarística, Litúrgica, Mariana y Apostólica.

TEXTO:
“mas, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción filial.”

EXÉGESIS:
“mas, al llegar la plenitud de los tiempos,…
Estamos en la plenitud de los tiempos, estamos en el tiempo privilegiado de Dios, por lo tanto para que nuestra Vida Espiritual sea ese tiempo privilegiado, necesitamos ciertos aspectos como:
- Más oración y contemplación.
- Estudiar y meditar los grandes dogmas de la Teología cristiana.
- Sentir alegría de ser hijas de Dios y de la Iglesia.
- Sentirnos amadas del Padre y hermanas de Jesús.
- Rendir honor y culto a Dios.
- Acogernos y asemejarnos a María.
- Ser portadoras de la Palabra, teniendo un corazón misionero para entender el Reino de Dios en el mundo entero.
“nacidos de mujer”
Pablo describe la Encarnación como nacimiento de mujer. Aquí Pablo no resalta que fue por obra del Espíritu Santo, sino que pone de relieve la bajeza y humanidad del hombre Jesús.

Los aspectos de nuestra espiritualidad que encuentro en este texto son:

- Ser muy humanas: acercarnos más a la gente, acompañarlas.
- No dejarnos contaminar por el poder, ser más sencillas.
- Abajarnos a los más pobres, compartiendo nuestra vida y nuestros bienes con ellos, no ser creídas.
- No poner nuestro poder en los títulos o lo que sabemos o tenemos sino en Dios. Ser más humildes.
- Acoger a los demás, saber trabajar en equipo, tomando en cuenta las opiniones de las otras, respetando a cada uno como es, como piensa.
- Viviendo una verdadera fraternidad.
- Aceptando a todos. Aprendiendo de ellos.
- Siendo capaces de alabar a los demás, ver lo bueno que tienen, felicitar, aplaudir y animar.
“nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción filial.”

La misión del Hijo de Dios y su solidaridad con los hombres es rescatar a la humanidad de la ley y en último término, introducirla en la filiación divina.
Nuestra obra, como la de Jesús es la liberación. Para esto, algunos aspectos que podríamos tomar en cuenta son:

- Estar convencidas que somos amadas de Dios.
- Ser amigas de Jesús.
- Mucha oración y amistad con El.
- Tener un alma y un corazón libre, arrancar de nosotras todo apego del corazón.
- Actuar con mucha rectitud y limpieza de corazón.
- Ser sólo para El.

“Y por ser hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba, Padre!
Prueba de que somos hijos, es que Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abba, Padre! Esto es una prueba de que en verdad somos hijos y como hijos debemos comportarnos con dignidad y a la altura de Dios. Por eso debemos adquirir y forjar en nosotros ciertos aspectos como:

- Alimentarnos de la Eucaristía y de su Palabra.
- Ser dóciles al Espíritu.
- Dejarnos invadir por el amor de Dios.
- Impregnarnos con su Palabra.
- Tener actitud de escucha, tanto a Dios como a los hermanos.
- Sentirnos amados del Padre, para poder tener un corazón misericordioso como le ha pedido Jesús a nuestra querida madre Jeanne.
- Aceptar y disfrutar su amistad para poder vivir el amor y la bondad.
- La gratuidad – favor de Dios al llamarnos en Jesucristo a ser sus hijas.
- La filiación – el sentirnos hijas, el vivir como hijas de Dios, amando, compartiendo, entregadas hasta la muerte de Cruz en cada instante de nuestra vida – espiritualidad oblativa, de rescate, de liberación.

Este es nuestro estilo propio de expresar el Evangelio.
Como fruto de nuestra contemplación y caridad fraterna manifestamos y anunciamos a los hombres y mujeres del mundo el amor revelado en la Palabra a través de nuestra actividad apostólica.

Bibliografía:

- Biblia Comentada VI (2º) Epístolas Paulinas – Biblioteca de Autores Cristianos.
Pág 204- 207
- El Nuevo Testamento de Herder y Epalsa – Carta a los Gálatas.
- Directorio de la Congregación de Religiosas del Verbo Encarnado – México D.F. 1980 – pág 8 – 15
- Folleto: El Hijo Encarnado en los escritos paulinos y Hebreos – Folleto I –Rufino María Grández, capuchino.


Hna Lourdes Navarro Venegas.

SEGUNDO AÑO DEL DIPLOMADO DE ESPIRITUALIDAD MATELIANA

Con gran gusto y agradecimiento al Verbo Encarnado iniciamos el pasado día 7 de Julio, el Diplomado de Espiritualidad Mateliana. Con la asistencia de 18 alumnas en el segundo año y 16 en el primer año. Venimos de todos los rincones del país. Desde Gomez Palacio Durango, San Luis, Zacatecas, Sayula, Monterrey, Teziutlan, Guadalajara, Cuernavaca, Mixcoac, D.F., Juniorado, Netza, etc.
Es una gracia muy grande poder empaparnos de la hermosa espiritualidad que heredamos de Jeanne de Matel, es un tiempo de renovación y reflexión que nos carga de energias y entusiasmo para compartir el don con nuestras comunidades y con la gente a la que somos enviadas.
Queremos ir compartiendo las reflexiones que cada una vayamos haciendo y esperamos y agradecemos sus comentarios, con la confianza que esto nos ayude a todas a enriquecernos mutuamente.
ALABADO SEA EL VERBO ENCARNADO

Centro de Espiritualidad Jeanne Chezard de Matel

Mi foto
Las Religiosas del Verbo Encarnado nos encontramos en varios paises, fuimos fundadas por Jeanne Chezard de Matel el 2 de Julio de 1625 en Roanne, Francia.